BrandIllusions: La erótica de las marcas
Me quedo con esa definición del término erotismo que lo define como una respuesta a la búsqueda de la interacción social, de la atracción e incitación entre personas, utilizando dentro de su táctica, señales sonoras y visuales con una simbología muy “sim gular”. Ya lo mencionaba en un post anterior, las marcas territorio, como ejemplo, pueden ser vistas, analizadas y descritas desde el punto vista de su identidad sexual, femenina en el caso de Donostia-San Sebastián, conclusión a la que pude llegar después de realizar un exhaustivo y profesional estudio que se basó en la observación y detección de los nodos asociados a su personalidad. Esto, en resumen, se puede traducir como un acto de inspiración, surgido desde la memoria y la experiencia en un momento del día en el que tomando un café, acompañado de la clásica repostería del día y con la nariz pegada al enorme ventanal del local donde había buscado cobijo, pude disfrutar de las espectaculares vistas de una ciudad que descaradamente se exhibía más atractiva y sensual que nunca, y de la que, entre nosotros, no puede evitar imaginarla cargada de erotismo.
Pero, cuál puede ser el poder y por consiguiente el objetivo más perseguido por las marcas en su relación con sus públicos que inspirarnos y emocionarnos para hacernos construir historias que nos lleguen al corazón y por qué no, a otras partes del cuerpo.
Deseo, pasión, atracción… son algunos de esos conceptos que utilizamos habitualmente en el ámbito de la comunicación y del branding. Su significado, siendo tan claro, tiende a diluirse debido al contexto de los mensajes, al tono de las palabras, al simbolismo de las imágenes, a nuestro encorsetado sistema de códigos que censura, quizá inconscientemente el verdadero motivo de nuestros actos, el temor a mostrarnos excesivamente humanos. Por decirlo de otra forma, “somos unos acojonados”.
Las marcas, tanto las que determinan su relación en el ámbito de las empresas (B2B) como las que llegan hasta el consumidor final (B2C), no deberían dejar escapar la oportunidad de mostrar a sus audiencias o públicos, determinados guiños y gestos que les son propios, características humanas que están muy presentes pero se muestran poco visibles y que, bien gestionadas, podrían colocar a esas mismas marcas en un lugar de privilegio donde la razón manda pero no domina, un espacio donde la capacidad para gestionar las emociones termina por transformar la imagen y percepción que tenemos de ellas, un nuevo entorno donde los símbolos se convierten en iconos, la información de la marca se convierte en objeto de relación, el simple reconocimiento en lealtad, lo genérico en único, el estilo en personalidad, la mera exposición en narración, la presentación en caricia, la promesa de calidad en un toque de sensualidad, en definitiva, los productos-servicios en marcas y las marcas utilizando los códigos de un erotismo sincero y transparente, en lovemarks.
Nota: Siendo EROS, el dios responsable de la atracción sexual, del amor, venerado también como un dios de la fertilidad, podríamos decir que hay marcas, en particular una muy cercana, con ese sello, ese rasgo de erotismo en su identidad verbal, una característica que por sí sola ya la hace más atractiva.
– EROS KI (a partir de aquí, está todo por construir)